Lo que repites, te repite
Cómo reprogramar tu cerebro para dejar de vivir en piloto automático
Una de las prioridades de tu cerebro es gastar menos energía.
O dicho de otra forma: prefiere repetir lo que ya conoce, aunque no siempre te beneficie.
Sí, es un órgano sofisticado.
Pero también un experto en ahorrar recursos.
Y ese afán de eficiencia tiene una consecuencia directa: automatiza.
El cerebro es una de las estructuras más exigentes del cuerpo en términos metabólicos. Para sobrevivir y funcionar con eficiencia, ha evolucionado con una lógica clara: automatizar lo repetido y así liberar recursos cognitivos para tareas más complejas o inesperadas.
De esa lógica nace una de sus mayores armas —y también una de sus trampas—: el hábito.
Cada cosa que repites, se graba.
Cada hábito, por pequeño que parezca, esculpe un surco neuronal.
Cada repetición fortalece el circuito… hasta que te repite a ti.
Eso tiene un nombre: neuroplasticidad.
Y una ley que lo resume todo:
“Neurons that fire together, wire together.” – Hebb
Mira tu rutina.
¿Te has fijado en cómo muchas de tus acciones suceden sin que las decidas?
Mirar el móvil al despertar. Tomar café a una hora concreta. Reaccionar con impaciencia en el tráfico. Abrir Instagram, YouTube o cualquier otra red social.
No es casualidad.
Es que las regiones de tu cerebro que intervienen en la decisión consciente (como la corteza prefrontal dorsolateral), van cediendo el control a los ganglios basales, esas estructuras profundas responsables de ejecutar lo que ya no necesita tu permiso.
Es decir: lo que una vez decidiste… ahora sucede por defecto.
El ciclo del hábito:
señal → deseo → respuesta → recompensa
Como explica James Clear en Hábitos Atómicos, todo hábito tiene un esqueleto estructural:
Señal: algo que dispara el comportamiento (un lugar, una emoción, una hora del día).
Deseo: la anticipación de la recompensa que obtendrás (placer, alivio, desconexión).
Respuesta: la acción automática (como encender Netflix).
Recompensa: lo que consigues (relajación, consuelo, estimulación).
Y aquí entra la dopamina.
No actúa solo como un premio final, sino como motor anticipatorio: se libera antes de recibir la recompensa, activando la motivación y reforzando la repetición.
Ejemplo:
Cada vez que sientes estrés y comes algo dulce, tu cerebro forma un patrón:
Estrés → búsqueda de alivio → comida → consuelo → repetición automática.
Hasta que un día te descubres frente a la nevera sin recordar cómo llegaste ahí…
¿Se puede borrar un hábito?
No del todo.
Una vez consolidado en los ganglios basales, el circuito permanece. Puedes debilitarlo por desuso, pero no eliminarlo definitivamente. Eso significa que puedes reemplazarlo funcionalmente, pero neurológicamente sigue ahí.
El nuevo hábito puede tomar el control si se practica lo suficiente.
Piénsalo así:
El viejo hábito es una autopista de asfalto liso y ancho.
El nuevo, un sendero de tierra que vas abriendo paso a paso.
Y si dejas de recorrer el nuevo… tu cerebro volverá al viejo.
Porque es más fácil. Porque gasta menos. Porque le resulta familiar.
Hay momentos de mayor vulnerabilidad para que esto ocurra.
Por ejemplo: cuando estás estresado, cansado o saturado, tu corteza prefrontal —la región que decide con intención— pierde fuerza.
Y es entonces cuando el viejo hábito, esa autopista asfaltada, se impone.
La clave no es borrar, es rediseñar.
Por ejemplo, si quisieras empezar a leer más a menudo:
Cambia la señal: deja el libro visible, aleja el móvil.
Activa la anticipación: imagina cómo dormirás después de leer.
Facilita la respuesta: hazlo cómodo, accesible, placentero.
Refuerza la recompensa: acompáñalo de una infusión o un pequeño “bien hecho”.
El hábito anterior seguirá ahí, pero el nuevo puede ganar… si le das repetición.
Esto es esencial: los hábitos compiten entre sí por el control del comportamiento, no se sustituyen.
Y tu cerebro automatiza por eficiencia, no por debilidad.
Por eso cambiar no va de fuerza de voluntad.
Va de estrategia.
Diseña las señales. Redefine las recompensas. Elige qué repetir.
Porque, al final, tu cerebro aprenderá aquello a lo que tú le expongas.
“No te levantas a la altura de tus metas, caes al nivel de tus sistemas.”
James Clear
Lo dejamos aquí por hoy.
Nos leemos el próximo domingo.
Ainhoa
🙋♀️ PD: la semana que viene El mapa del cambio iba a lanzar su primer producto.
Pero saldrá un mes más tarde.
Es una decisión meditada.
No queremos lanzar cualquier cosa, sino un recurso útil de verdad.
Por eso vamos a esperar un poco más.
Porque un mapa no se traza con prisa.
Y si de verdad va a ayudarte a avanzar, primero tiene que estar bien orientado.
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Totalmente de acuerdo con este artículo. Reemplazo un hábito con otro muy similar, siempre dentro del mismo estilo y me cuesta mucho salir de esa autopista e ir por mi sendero…
Súper....me interesó de inicio ...me faltaba éste entendimiento....🫵🤝