¿Y si lo que estás buscando lleva tiempo delante de ti?
¿Y si eres tú el que te está impidiendo verlo?
Imagina esto:
Vas caminando por una calle que conoces de memoria. La misma acera, los mismos edificios, los mismos pasos.Todo parece estar en su sitio.De pronto, alguien te pregunta:
‘¿Has visto al elefante que cruzó la calle?’
Te ríes.
‘¿Un elefante? Por favor… eso sería imposible no verlo.
Pero luego te enseñan un vídeo.
Y ahí está. Enorme.
Justo delante de ti.
Y tú lo has pasado por alto. Tu cerebro ni siquiera lo registró.
¿Cómo puede ser?
Esto no es (solo) una anécdota graciosa. Es también un fenómeno estudiado: ceguera por falta de atención.Y lo más inquietante es que no se limita a lo visual.
Es algo que ocurre cada día.
Tu cerebro, lejos de ser una cámara objetiva, filtra la realidad a través de un embudo formado por tus emociones, tus creencias y tus miedos. Y lo que no encaja con esa película interna… desaparece.
Este fenómeno fue ilustrado magistralmente por Simons y Chabris en el famoso “experimento del gorila invisible”: la mitad de los observadores, por estar concentrados en contar pases de balón, no ven a una persona disfrazada de gorila cruzando la escena. La atención es tan selectiva que puede borrar lo obvio si no encaja en nuestro foco mental.
Así que la pregunta no es si te ha pasado.
La pregunta es cuántas veces te ha pasado y tú sin saberlo.
¿Cuántas decisiones has tomado con los ojos abiertos… pero a ciegas?
¿Cuántas soluciones has ignorado porque no“parecían” la respuesta que buscabas?
No ves las cosas como son. Las ves cómo eres.
Y lo que sientes decide, muchas veces, qué parte de la realidad tienes permiso para percibir:
La amígdala participa en la evaluación de los inputs: ¿amenaza? o ¿recompensa?
La dopamina participa en la atribución de saliencia a ciertos estímulos, ayudando a que tu atención se dirija hacia lo que tu cerebro considera relevante o valioso.
Y el córtex prefrontal, que debería regular tu atención, pierde fuerza cuando estás cansado o estresado. O a veces directamente está en modo avión. Lo que cómo comprenderás es bastante problemático.
Ya lo dijo Kant en el siglo XVIII: no vemos las cosas tal como son, sino tal como somos capaces de percibirlas. Para Kant, nuestra mente funcionaba como un filtro: nunca accedemos a la realidad “en sí”, sino a la realidad interpretada a través de nuestras propias estructuras mentales y emocionales.
Los experimentos de ceguera atencional, como el del gorila invisible, demuestran en laboratorio la intuición kantiana: lo que no encaja en nuestras categorías internas, simplemente no lo vemos.
Por eso, muchas veces, lo que más necesitamos permanece invisible: no porque esté oculto fuera, sino porque no tiene un lugar en nuestra forma de mirar.
Por mucho que la vida nos ofrezca soluciones, oportunidades o advertencias, la ceguera atencional no es solo un error técnico de nuestros sentidos: es el reflejo de cómo somos por dentro.
Vemos el mundo a través del filtro de nuestras emociones, creencias y experiencias previas. Lo que no encaja con nuestro guion mental, simplemente, no lo registramos, aunque lo tengamos delante.
La realidad, como advirtió Kant, se nos presenta tamizada por nuestra propia mirada.
El “elefante” puede estar ahí, pero hasta que algo dentro de nosotros no cambia, seguiremos sin verlo.
“Lo esencial es invisible a los ojos. Solo se ve bien con el corazón.”
Antoine de Saint-Exupéry
Lo dejamos aquí por hoy.
Nos leemos el próximo domingo.
Ainhoa
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Tan cierto!! Siempre vemos solo lo que queremos ver e imaginamos lo que nisiquiera ocurre.
Muy bueno Ainhoa. Vamos inmersos en nuestras realidades subjetivas, sin observar nada más. Buen domingo.