No decides tú: lo hace tu emoción antes de que te enteres.
La razón llega tarde y con el cuento ya contado.
Durante siglos nos hemos contado que lo que nos distingue como especie es la razón. El pensamiento frío, la lógica, el cálculo.
Descartes lo dejó claro:
"Pienso, luego existo."
¿Y las emociones?
Bah, ruido de fondo.
Un estorbo evolutivo, algo que había que controlar, ignorar o como mucho, tolerar.
¿Pero y si no fuera así?
¿Y si no hemos entendido bien qué son las emociones y qué función cumplen?
¿Es realmente aséptico nuestro aparato cognitivo frente a las emociones?
Vamos con un ejemplo. Uno muy simple. Uno que, probablemente, ya has vivido: le escribes un WhatsApp a alguien importante para ti (una pareja, jefe, hijo, amigo…)
Lo lee. Y no responde.
Pasan minutos. Horas.
Nada.
¿Qué pasa entonces?
¿Tu mente piensa algo tipo: "no tengo suficiente información para interpretar este silencio, ya responderá…”?
No.
Lo más seguro es que empieces a escuchar voces como estas:
“Seguro que está enfadado conmigo.”
“Siempre me hacen lo mismo.”
“No le importo tanto como yo pensaba.”
Ansiedad. Rabia. Tristeza. Lo que sea.
La emoción se cuela, y de pronto ya no solo sientes… también piensas diferente.
No es que la emoción deforme el pensamiento. Muchas veces, lo fabrica.
Y ahora, vamos al backstage.
¿Qué demonios está pasando dentro de ti mientras planificas el asesinato a fuego lento del ignorador?
Aquí entra la neurobiología.
Tu sistema emocional tiene una vía rápida, llamada bottom-up, que procesa y evalúa los estímulos sin pedirle permiso a tu consciencia. Es un atajo evolutivo que prioriza la supervivencia.
‘‘¿Puede ser una amenaza? ‘‘ dice la amígdala cuando detecta un input relevante y entonces se reorganiza la atención, la cognición, el cuerpo y la forma de interpretar el mundo.
Y de paso la vida.
Por eso, si estás ansioso, una cara neutra puede parecerte agresiva.
Por eso, si estás triste, lo único que recuerdas es todo lo malo.
Y por eso, un silencio digital puede convertirse en una tragedia griega.
Así, las emociones no solo filtran la atención; también moldean lo que consideramos real.
Qué ves, qué recuerdas, qué valoras, qué crees que va a pasar.
De hecho, ni siquiera se queda en la cabeza. Baja al cuerpo.
Taquicardia, mandíbula apretada, nudo en el estómago.
Y empiezas a parecerte al bueno de Joe, el de “You”.
Tu fisiología responde como si estuvieras ante un depredador cuando en realidad solo estás ante un doble check azul.
Esta dominancia emocional no es un fallo del sistema, sino un diseño adaptativo. Nos permite reaccionar rápido ante posibles amenazas u oportunidades. Solo que, en la jungla moderna, el sistema se pasa de frenada.
Y ahí aparecen las respuestas desproporcionadas:
Un mensaje que no deberías haber mandado.
Un bloqueo innecesario.
Un bucle de autocrítica.
O un cuerpo lleno de tensión sin entender muy bien por qué pero que te acompaña como rexona.
Spinoza ya lo decía hace siglos: la mente sufre cuando no entiende lo que le pasa.
Para él, las pasiones eran afectos que nos dominan porque ignoramos su origen.
La solución no es reprimir la emoción.
Es entenderla.
Darle nombre. Darle forma.
Y entonces, pensar con ella, no contra ella.
"Una pasión deja de ser pasión en cuanto formamos una idea clara y distinta de ella." Spinoza
Quizá no seamos tan racionales como nos gusta pensar.
Pero entender cómo funciona el motor emocional es, paradójicamente, el acto más racional que podemos hacer.
Pero esto solo es mi opinión.
Y la de Spinoza.
A veces, entender cómo funciona algo por dentro cambia la forma en que lo vivimos por fuera.
Si esta lectura te ha hecho pensar, Azimut no repite lo que ya sabes… lo amplía.
Con ejercicios que no se quedan en la teoría, con explicaciones que conectan puntos que antes parecían sueltos.
Para que no solo lo entiendas.
Para que empieces a cambiarlo.No es magia. Es neurobiología. Y entenderla cambia las reglas del juego.
Un cambio de perspectiva que te permitirá abrir una puerta que antes parecía una cámara acorazada.
Lo dejamos aquí por hoy.
Nos leemos en unos días.
Ainhoa.
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Mi amígdala me ha causado más de un problema, pero también me ha llevado a sitios que solo con la razón no hubiera ido ;)
Un Spinoza salvaje aparece. Brillante el puente entre lo que todos en ocasión sentimos usando Whatsapp y Baruch Spinoza.
"La mente tiene mayor poder sobre las emociones y está menos sujeta a ellas en la medida en que entiende todas las cosas como necesarias".
Me recordó a los Monty Python: "No one expects the Spanish Inquisition!" 😮