¿Cómo vivirías si supieras que tu vida se repetirá eternamente?
El peligro de la mediocridad
¿Has oído alguna vez sobre el “eterno retorno” de Nietzsche?
Yo tampoco, hasta hace poco. Pero déjame que te cuente.
Prepárate, porque lo que te voy a contar puede hacerte replantearte tu vida.
Imagina un universo donde todo lo que haces se repite una y otra vez, en un ciclo infinito. Cada decisión, cada fracaso, cada alegría... todo vuelve. Nietzsche no lo plantea como una simple especulación filosófica, sino como un desafío directo. Si supieras que tu vida se repetirá en bucle, exactamente igual, ¿te sentirías satisfecho? ¿Te enorgullecerías de tus elecciones o te sumirías en el arrepentimiento?
El “eterno retorno” es una llamada de atención. Nos sacude para que despertemos de la mediocridad, ese enemigo silencioso que se disfraza de rutina, de comodidad, de “esto es lo que hay”. Nos reta a tomar el control, nos obliga a preguntarnos si estamos viviendo de forma consciente, a dejar de vivir en piloto automático y a cuestionarnos si realmente estamos haciendo todo lo que podríamos para que nuestra vida sea digna de ser repetida.
Porque, al elegir la mediocridad, nos conformamos con una versión de nosotros mismos que está lejos de nuestro mejor potencial, renunciando a la oportunidad de crecer, de superarnos, de experimentar la verdadera satisfacción que proviene de enfrentar lo incómodo y tomar decisiones difíciles que, aunque duelan en el presente, nos harán sentir orgullosos en el futuro.
¿Alguna vez has pensado si las decisiones que tomas a diario te acercan a ser la persona que quieres ser?
No se trata de alcanzar la perfección, sino de vivir con intención, con la firme convicción de que, si tu vida fuera a repetirse infinitamente, sentirías orgullo en lugar de arrepentimiento.
Pongámonos en la piel de Bruce Wayne.
Imagina una noche fría en Gotham, una ciudad más conocida por sus sombras que por su luz. Aquí nace Bruce Wayne, el hijo de una familia que podría haber sido la esperanza de la ciudad: los Wayne.
Thomas, un médico respetado, y Martha, su esposa. No eran solo ricos; representaban un ideal de bondad, siempre dispuestos a ayudar a los más necesitados, creyendo firmemente en la posibilidad de que Gotham podía ser salvada.
Pero la ciudad tenía otros planes.
Todo cambió una noche cuando Bruce tenía apenas ocho años.
Era un día normal. Los Wayne disfrutaban de una noche de cine y tras la película decidieron caminar por un callejón, uno de esos lugares que Gotham parece coleccionar como trofeos de su decadencia. Crime Alley, un nombre que no inspira nada bueno, se convirtió en el escenario de un evento que definiría la vida de Bruce para siempre.
En un abrir y cerrar de ojos, un ladrón llamado Joe Chill surgió de las sombras y, con la frialdad propia de la ciudad, arrebató las vidas de Thomas y Martha Wayne. Bruce fue testigo de cómo su mundo se desmoronaba frente a sus ojos.
El eco de los disparos dejaría en él una cicatriz que nunca sanaría.
Ese instante se convirtió en el detonante de una promesa. Bruce, con su inocencia destrozada, juró que nadie más sufriría como él, que Gotham conocería la justicia. La ciudad que le había quitado todo se convertiría en el campo de batalla donde libraría su lucha hasta el final de sus días. Bruce Wayne dejó de ser un niño en aquel momento y comenzó a transformarse en el protector que Gotham ni siquiera sabía que necesitaba.
Podría haber elegido el camino fácil, el de la víctima, el de la comodidad que su fortuna le ofrecía.
Pero eligió otro camino. Uno mucho más duro.
Decidió enfrentarse a sus demonios, transformar su tragedia en un propósito mayor: proteger su ciudad. Bruce se entrenó por todo el mundo, preparándose para convertirse en algo más que un simple hombre.
Y una noche, un murciélago rompió la ventana de su estudio, dándole la respuesta que buscaba.
Así nació Batman, no como un hombre, sino como un símbolo de justicia en una ciudad rota. Batman es el superhéroe sin superpoderes. Lo más valioso que tiene es su mente. Cada enemigo, cada obstáculo lo convierte en un mejor Batman.
Porque Bruce entiende algo que muchos no:
La verdadera fortaleza está en desaprender lo que creías saber y aprender de nuevo, siempre. Es un proceso constante, un ciclo infinito de evolución, una vida digna de repetirse.
Entonces, volvemos a la gran pregunta:
Si cada día de tu vida se repitiera eternamente, ¿serías feliz?
Nietzsche no te pide que seas perfecto ni que logres el Nirvana. Solo te invita a vivir una vida que, al repetirse, te llene de orgullo. Y sí, suena mucho más fácil decirlo que hacerlo. Pero la clave está en hacer pequeñas elecciones que, aunque difíciles hoy, hagan que mañana te sientas satisfecho.
Bruce Wayne eligió ese camino. Y tú, ¿qué eliges?
Piensa en esto la próxima vez que enfrentes una decisión.
Pregúntate: si este momento se repitiera eternamente, ¿me sentiré bien con lo que he hecho?
El “eterno retorno” es una invitación a vivir con valentía, con propósito, a hacer de cada día uno que valga la pena repetir.
Porque la vida, al final, es solo eso: la suma de días.
Así que, si tu vida fuera una película sin fin, ¿la disfrutarías o querrías cambiar el canal? Si la respuesta es que la disfrutarías, sigue adelante. Y si no, bueno, siempre puedes empezar a escribir un nuevo guion.
Bruce lo hizo. ¿Y tú?
“La mediocridad desconoce la excelencia y teme el mérito ajeno”
José Ingenieros
Lo dejamos aquí por hoy.
Nos leemos en unos días.
Ainhoa
Cuando pienso que no me puede gustar más esta newsletter me sorprende y me hace reflexionar de nuevo y me deja con ganas de más. Ahora cada vez que enfrente una decisión me preguntaré si este momento se repitiera eternamente... ¿Cómo me sentiría?. Muchas gracias por compartir Ainhoa. Un abrazo.
Mezclar a Nieztche y a Batman en un post, qué buen artículo! Lo he disfrutado mucho.